12 de Abril 2005

estan viniendo

uno intenta recordarlo pero estas cosas se recuerdan como todo lo que sucede demasiado abruptamente y de repente ya está ahí atrás como el agua removida que se aleja tras de un barco. la habitación de mush, la oscura presencia, el vago reflejo en las ventanas que nos recuerda anticipadamente la sensación que ahora tenemos al volver a doblar la esquina, la misma esquina que hace tres días doblábamos en sentido inverso, pero ahora volvemos, nos vamos irremediablemente y no vamos a volver a ser los mismos, no vamos a volver a estar ahí arriba lejos de todo y temerosos de mush, esperando a mush, mirando por las ventanas y comprendiendo de una vez, los trajes en la puerta, esperando rígidos, que los que acechan desde la ventana están viniendo, sin estar ni venir, simplemente eso, sinuosamente... Y ahora ya estamos de vuelta y ni estamos ni venimos. Imposible permanecer. Salvo en alguna mesa de algún café. Bah.

Escrito por calamar a las 3:05 AM

4 de Abril 2005

Claro que

uno no puede evitar que con estas cosas pase igual que con las piedras que uno coge en el campo un día de sol radiante. Las guarda y al ir a sacarlas al llegar a casa y vaciarse los bolsillos, a las piedras les pasa lo mismo que a los billetes de tren o los sobrecitos de ketchup. Qué hace esto aquí. Por qué la recogí. Por qué precisamente esta. Algo las contamina (igual la forzada connivencia con los tickets y los sobres). La piedra vuelve a ser una piedra, y si no falla la memoria (no lo intenten, intentar fotografiarla in situ no sirve de nada, como si tuviesen alma y ese alma pudiera ser sustraída) también ha perdido algo de aquel brillo que la hacía especial.

Eso o como le pasó al libro de sentencias de Pessoa. Una vez que se quedó atrás la ciudad empedrada, el sonido de un idioma extraño y el paraguas con goteras, una vez que se perdió para siempre el gusto de la enorme magdalena de chocolate y las notas de aquella música de jazz, una vez que la presencia que entonces me acompañaba volvió a ser simple presencia con un nombre entre tantos nombres, ahora sí, me queda el libro y puedo sacarlo, pero no dice mucho más que el prospecto de un jarabe.

Aunque igual en su momento sólo se trataba de eso.

Aún así, todavía recuerdo cómo me sentí esta mañana. Al menos es un consuelo.

Escrito por calamar a las 10:10 PM

no, no y no

Me suele pasar con cierta frecuencia ir buscando un libro (una forma refinada de consumismo compulsivo, me convenzo de que realmente necesito devorar un ladrillo concreto de hojas de las que no sé nada, hipnotizado por su anuncio o por cierta clase de vació interior apolillado) y finalmente acabo comprando otro. Por razones económicas o simplemente porque me lo tropiezo, recuerdo que anduve buscándolo hasta cansarme, y ahora me llama a distancia de varios metros destacándose ufano sobre el fondo monótono del resto de estanterías.

Así pues me hize con último round después de ciertas gestiones en el centro. Camino al autobús no pude evitar el cosquilleo, el resucitar a un muerto querido otra vez, el recuperar un lenguaje cifrado, los guiños privados enmarañados entre algo verdaderamente nuevo, una voz a la que se habia tomado cariño pero que ya pocas veces nos sorprendía. Hojeaba la nerviosa jungla desconocida, y aunque esperaba bastante de ella, hubo algo que me golpeó (al tercer o cuarto intento). Un escalofrío me recorrió la espalda, y no pude menos que pensar: qué hijodeputa, julio, qué hijodeputa...

El señor Silicoso está completamente loco si se imagina que voy a darle una hormiga. Por el momento no pide más que una, creyendo que va a convencerme con su modestia, pero al principio (el 22de noviembre por la tarde) pedía mucho más, quería cantidad de hormigueros, legiones de hormigas, prácticamente todas las hormigas. Está loco. No solamente no voy a darle la hormiga sino que tengo la intención de pasearme por delante de su casa llevándola conmigo para hacerlo rabiar. Procederé de la manera siguiente: Primero me pondré mi corbata amarilla, y después de haber elegido la más esbelta y vivaz de mis hormigas, la soltaré para que se pasee por la corbata. Habrá así un doble paseo, en el que yo iré y vendré frente a a la casa del señor Silicoso y mi hormiga irá y vendrá por mi corbata. ¿He dicho un doble paseo? Más bien una apertura infinita de paseos en espiral, pues si bien la hormiga se pasea por mi corbata, mi corbata se pasea conmigo, la tierra me pasea en torno de la eclíptica, ésta se pasea a lo largo de la galaxia, que se pasea en torno de la estrella Beta del Centauro, y en ese mismo momento el señor Silicoso, que cree estar inmóvil, se asomará al balcón a tiempo para ver a mi hormiga perfectamente dibujada con todas sus patas y sus antenas sobre mi corbata amarilla que le parecerá, pobre hombre, una espada flamígera. Entonces empezará a soltar por boca y nariz una baba semejante al macramé, y su esposa e hijas acudirán para hacerle respirar sales y tenderlo en el canapé del salón. Salón que conozco demasiado bien, después de tantas veladas que he pasado bebiendo té casi frío junto a esa familia ávida de insectos.


Estupor. Estupor. Estupor.
claro que él mismo se encarga de aclararlo (o no, según se mire) un poco más adelante, o atrás, hablando del asunto de la muñeca rota:

...en los años de Rayuela la saturación llegó a tal punto que lo único honrado era aceptar sin discusión esa lluvia de meteoritos que entraban por ventanas de calles, libros, diálogos, azares cotidianos, y convertirlos en pasajes, fragmentos, capítulos prescindibles o imprescindibles de ese otro que nacía alrededor de una oscura historia de desencuentros y de búsquedas.

creo que empiezo a comprender... aceptar sin discusión... sólo mirar dónde va el próximo pie...

Escrito por calamar a las 10:02 PM

Mi future is coming on is coming on

Y si realmente toda esta especie de obsesión circundante cristalizara, y si tuviera un sentido, no un sentido último que nos permitiera dejar de buscar sino un sentido de presagio, de tenue aviso, de melodía prefigurada que permite reconocer vagamente algo que por lo demás nunca antes hemos escuchado.

A todo esto, vuelve a sonar este disco (siempre es este algo atándome a la tierra), como si pasado mañana fuera a ponerme la mochila para no dejar de subir hasta que el mundo abajo sea más pequeño que un hormiguero. Que cuente el tiempo en otro contador. Claro que luego habrá que volver a bajar, pero bueno, que sea otro el que baje por mí. Amén.

Escrito por calamar a las 9:40 PM

Guardate de los idus de marzo

Marzo parece ser el no mes (comprobación empírica). Pasa y luego es imposible recordar casi nada (retazos sueltos, más agarrados a las palabras que a las cicatrices). Claro que parece tentador pensar que es más bien un tiempo de afloramientos subterráneos, de tímidos movimientos en las madrigueras, de cristalizaciones tan lentas que parecen inmóviles...

Escrito por calamar a las 9:36 PM