5 de Septiembre 2004

Dream Machine

Llegué esta mañana y conseguí finalmente conciliar el sueño con un cielo blanco sucio taladrando sin cuidado la ventana. Al volver a este lado, por etapas, atravesando capas sucesivas, me di cuenta del engaño del electrónico zumbido. Dream Machine, reza la marca del despertador cuyos dígitos muchas veces soy incapaz de descifrar. Algún personaje del sueño, sentado a mi cabecera o sobre la cama, no por completo desvanecido, me explicó lo que había ocurrido. Despertando, había confundido el pitido con el teléfono. Había mantenido una larga e indiferente conversación con una vieja compañera del instituto que tal vez ande precisamente ahora por la ciudad. Realmente había mantenido esa conversación: había escuchado, de veras había escuchado -con cierto ruido de interferencias, pero soportable; había hablado a mi vez. Pero no, corrigió el que me había observado, desde su atenta vigilia en mi sueño: yo no había articulado una palabra. Creí que hablaba. Y los beeps habían sido siempre monótonos, intercambiables. Mi mente había modulado los altibajos de la voz. Despidiéndome y dándole las gracias por restablecer el orden, terminé por despertar.

Viene siendo una época difícil. Vivo dos vidas simultáneas, robándole el tiempo a una para seguir en la otra. He caído postrado en la del sueño, aun a riesgo de irme desvaneciendo paulatinamente de ésta. Hago esfuerzos por atarme a la realidad que se desfigura: me fuerzo a quedar con los colegas, a salir de esta habitación en la que a cada poco dormito, a volver a disfrutar con las pasiones mundanas que en un tiempo me quitaron el sueño y que ahora cumplo por inercia y sólo disfruto por completo cuando toma cuerpo la lúcida y dolorosa certeza de que ya han pasado, de forma irremisible...

Inundar los sentidos, hacerlos rendirse, exhaustos... Es la única manera de darse cuenta de que uno está vivo. Encontrar algo, siempre cambiante. La trampa es suave, silogística, apetecible. El adormecimiento voluntario, buscar un lazo que nos ate de una vez por todas, si con eso volvemos a reír... Confiando en que alguien, a su debido tiempo, nos despierte...

Volver a ilusionarse con el juego, sentir latir de nuevo la sangre... Experimentar una adicción controlada no porque importe sino porque queremos que nos importe. Buscar un puente (sin pensar siquiera que el vértigo nos paralizará en mitad de la travesía), postular una puerta. Y soñar mientras tanto.

Soñar este nuevo ciclo de sueños que avanza, veladamente, noche tras noche, donde también vivo, acaso soñando cuando allí duermo con este mundo irreal de libros, salidas y ventanas blancas. Estoy allí, es invierno. Hay casas de madera y avanzan los hielos. Anoche nevó. Y hace semanas que se fué el barco.

Escrito por calamar a las 5 de Septiembre 2004 a las 11:31 PM
Comentarios

La indiferencia: un estilo de vida?
Yo me rio (por no llorar).

Quién te ha dicho que llegará alguien a despertarnos? O es que me vas a decir que sigues creyendo en los cuentos de hadas? Ciertamente dicen que la esperanza es lo ultimo que se pierde, pero... Recuerdas aún dónde a guardaste?
Qué juego mas peligroso, pequeño calamar, qué peligroso.

Escrito por Pipacs a las 6 de Septiembre 2004 a las 01:48 PM

A ver.. ya tuvieron que venir los niños mayores a destriparnos el rollito de los reyes magos... ¿No se da cuenta de que si no se cree en ellos, NO VIENEN? ¿Y que ya ni regalos ni nieve ni carbón ni caramelos ni camellos ni madrugones ni escaleras dios me ha crujido la rodilla he sido descubierto, perdidoestoyperdido, que va a ser de mi, ni dia fuera del tiempo ni ná de ná?

Es un buen estilo... pa los dias pares ;1)
(y gracias por acotar mi rollo, que si no a saber por dónde me acabaría perdiendo...)

Escrito por calamar a las 6 de Septiembre 2004 a las 03:50 PM
Escribir un comentario









¿Recordar informacion personal?