30 de Junio 2004

It's only a paper moon...

Castillo_en_el_aire.jpg
Esta tarde fue en cierta forma mágica, en cierta forma un delirio que acompaña al hastío, el calor, y los cortes de suministro eléctrico que tan corrientes nos resultarán en algunos lustros...

Daba miedo salir a la calle, sufrir la diferencia de más de veinte grados entre el interior y el infierno. Encargué a alguien que salía un bocadillo de cualquier cosa con roquefort y comí tranquilamente a su oportuno regreso. La filogenia es una minuciosa tortura. Después de una forzada sobremesa, habitada desde fuera, desde la diversión ajena del observador que marca posiciones y pautas de acción fija con sus no-semejantes, salí al servicio.

Caminando de vuelta hacia nuestro habitáculo, me sentí bruscamente impelido en mitad del hall a girar la cabeza hacia la izquierda. Debo hacer constar que esto es raro en mí, ya que lo normal es verme mirando al suelo. Mis ojos se clavaron en otros ojos, una chica estaba sentada en un banco junto a la pared, uno de los grupos que acaban de salir de un examen. Tengo la costumbre de mirar a la gente sin verla, de difuminar los rostros en la multitud. No sucedió así: ella levantó la vista al mismo tiempo. Extraños azares, fue como si también estuviese mirando dentro de mí. Creo que no poseía en sí nada especial o llamativo a primera vista, tal vez me recordase a otra persona. Simplemente me giré y, sin pensar, me quedé bloqueado por una vaga sensación interrogante. Quién era esa persona que tenía delante, al alcance de mis manos, a tiro de piedra verbal. Me detuve, sostuve la mirada durante unos instantes. Acto seguido proseguí mi camino, olvidándola. Uno aprende, con el tiempo, a no poder conocer a todo aquel con que se cruza.

Seguimos charlando en nuestro pequeño salón social. Llegó Tania de la calle, y comentó que alguien se había desmayado en el hall. ¿No será Cristina, que acaba de salir?, preguntamos casi en broma. Pues no me he fijado, lo cierto es que llevaba una camiseta... Salieron ella y Ana. Volvieron con cierto histerismo diciendo que despejásemos la habitación, que iban a traer a la accidentada aquí que se está más fresco.

Entraron y sus amigos la tumbaron en el sofá con las piernas elevadas. Tuve un escalofrío cuando vi su cara: era ella.

Pasamos un rato agradable mientras se recuperaba. Tomó algo, se desmayó cada vez que intentó levantarse. Finalmente la acercaron hasta un coche y desaparecieron.

Tal vez hago un castillo de un grano de arena, pero me cuesta pensar que no volveré a saber nada de aquella gente. Especialmente de ella. Ni su nombre, ni si está bien... (ni si era capaz de ver elefantes bajo las boas, por qué no).

Sórdido incidente metafórico. Ustedes me disculpan lo estúpido de la anécdota, pero siento realmente que es siempre lo mismo, una y otra vez hasta el infinito. Matizo: hay horas que duran meses, y viceversa.


clave para cronopios:
" Aullemos, dijo el ***** al pasar por Tarfia ** "

Escrito por calamar a las 30 de Junio 2004 a las 02:36 AM
Comentarios

QUe bueno escher

Escrito por gran rabo a las 2 de Julio 2004 a las 08:53 PM
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