Esta madrugada los tentáculos del gran calamar que todo lo ve interceptaron el siguiente sueño:
Varón insemina mujer concentrando extáticamente dentro de sí gran parte del contingente energético del universo. Horas más tarde, mientras anochece, mujer se acerca a hombre con unas seis o siete ramitas en la mano (juraría que se trataba de Parietaria judaica, o tal vez no era más que Ruscus aculeatus). Estupor del hombre al ver lo que había hecho, al medir las consecuencias de sus actos. Ella dice: he aquí el fruto de nuestro amor. Tiene la cara de una compañera del colegio. Él piensa, incómodo: ¿hicimos lo que hicimos... para esto? Bien podrías haberme traído, por lo menos, un roble.
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Escrito por calamar a las 11 de Junio 2004 a las 07:13 PM