después de mucho tiempo buscándolo, apareció en un quiosco el ser y la nada. yo estoy en la parte de la nada, por el momento.
estaba agotado, el bendito libro. si uno se quería acercar a sartre, todo eran referencias a esa bendita biblia, que debía hacer venir desde méjico. Por lo menos el librote olía bien. grandes obras a ocho euros, con cartón enorme de regalo. Afanado entre sus páginas, me sorprendí preguntándome qué hacía yo leyendo eso: tanto ser en-sí, para-sí y nosequé más. ¿Es por pedantería? ¿Entiendo algo de lo que leo? ¿Curiosidad?
Una vez me clasificaron. Tú tienes cara de existencialista. No la creí, entre otras cosas porque no sabía lo que era un existencialista y el nombre me sonaba exótico. Tiempo más tarde me encontré con la náusea. Me sedujo esa actitud. La libertad, se llena la boca con esa palabra. Por lo menos este hombre quiso dar una alternativa...
Y así ando, a golpes con extraña terminología. Atado a algo que una vez decidí que me gustaba. Y oye, mira, por qué no. Peores vicios existen.